Viaje a Guamúchil
El pasado viernes 24 de noviembre viajé a la ciudad de Guamúchil para observar la capacitación del equipo técnico estatal a maestros que están trabajando los programas de primer grado.
Debo decir que fue un viaje extraño en muchos sentidos. En primer lugar, se me avisó del horario del vuelo a Culiacán muy tarde, por culpa de la mala comunicación que priva entre la Dirección General de Desarrollo Curricular y el departamento de servicios financieros. Ni hablar. Ya con un coraje encima, una maleta medio hecha y sin poder despedirme, me metieron en el avión a Culiacán (Tierra zalatera, dirían algunos).
Vuelo sin contratiempos, recibimiento amable por el maestro Inés, coordinador Sinaloense. Me encontré con un maestro de Coahuila, Mario, que iría a observar la capacitación de música. Cenamos mucho (costumbres culichis, creo) y dormimos con esfuerzos, por lo mismo. Ahí mismo me informaron que se iban a capacitar maestros de música, danza y artes visuales, pero que de teatro no se había inscrito nadie. Segundo coraje, este con más impotencia porque ya estaba yo allá y tendría que pernoctar de cualquier manera en aquella parte del mundo. Durante la noche decidí quedarme a observar la capacitación de las otras disciplinas no más de curioso que soy.
Salimos a Guamúchil a las 6 de la mañana en un autobús lleno del equipo técnico estatal. Desayunamos apresuradamente en un restaurancito cerca del centro y nos repartieron en dos secundarias para iniciar labores. Estuve observando a la maestra Luchi, experimentada y conocida por haber estado desde el principío en la PEI. Su trabajo es excelente. Por otro lado, Mario estuvo trabajando con los maestros de música, que por cierto salieron muy contentos del taller que les dieron. En general podemos decir que estuvo bien. Hasta ahí.
Sin embargo me parece que la organización, ya sea por presupuesto o por capricho, no es la adecuada. En Sinaloa realizaron la capacitación por ciudades. Un día a cada una. Mucho tiempo y esfuerzo perdido en traslados. Lo mejor hubiera sido concentrar a todos los maestros en una sola ciudad y darles tres días seguidos de capacitación. Pero parece que no hay dinero para hospedajes para tantos. Otra raya más al tigre.
Caida la noche, regresamos a Culiacán. Cené con Mario (vimos una rata en el restaurante que apanicó a la nutrida concurrencia, él y yo) y dormí. A las siete de la mañana del sábado, el avión de regreso a la Ciudad de México estaba despegando.
Viaje relámpago, sin duda. Sin maestros de teatro.
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