miércoles, abril 01, 2009


El cuarto 13 en México

Desde hace casi un año he estado colaborando en un nuevo proyecto que tiene más que ver con artes visuales. 
La organización internacional room13, con sede en Edimburgo, (www.room13scotland.com) trabaja desde hace más de diez años con niños de escuelas públicas en talleres donde chicos y chicas exploran y descubren nuevas formas de expresarse, se comprometen con su trabajo y aprenden a relacionarse con su propia obra de arte. Aquí el maestro es un recurso más. De vez en cuando se organizan exposiciones y ventas de los trabajos; los participantes del room13 tienen poder de decisión sobre los recursos que se deben adquirir para el taller.
La TBWA, publicista a nivel mundial, se encargó de que el proyecto creciera y saliera de Escocia hacia otros paises: Nepal, India, China, Sudáfrica y varios más, donde ha recibido apoyos institucionales diversos.
En México la propia TBWA, asociada con Terán, una de las publicistas más importantes del país, están haciendo el esfuerzo por salvar las burocracias que afectan a la educación en este país y establecer el cuarto13 como un espacio de crecimiento para los niños y niñas que sobresalen en la creación visual, pero que no siempre cuentan con los recursos suficientes.
En fin, que gracias a una buena amiga, Pascale Zozaya, quien confió en mi como maestro de artes con niños, fue que la responsable del proyecto por parte de Terán/TBWA, Diana Bonardel, me llamara para invitarme al proyecto.
Nos contactamos con otra organización, Exeb (Empresarios por la educación básica, http://www.exeb.org.mx) y ellos a su vez nos audaron a encontrar una escuela donde pudiéramos comenzar a trabajar.
El cuarto 13 en México sesiona desde junio del 2008, todos los miércoles y jueves en la Escuela Primaria Leonismo Internacional, en la colonia Álamos.
He aquí algunas muestras de lo que hacen los chicos del cuarto 13.





Otra aportación valiosa del Maestro Pepe Villatoro. Se trata de un texto muy interesante sobre todo aquello que, sin proponérselo, el maestro hace por la formación de los alumnos. Las resposabilidades con compartidas: uno hace como que enseña, el otro como que aprende y al final el premio se divide de formas inesperadas. Mil gracias otra vez Pepe y disculpa por el retraso en la publicación.




La educación invisible

Para Marypaz


La educación invisible es una imagen que nos ha ocupado en plenos momentos de reforma de la educación secundaria cuando hemos reflexionado sobre la importancia que tiene lo que sucede en la situación pedagógica que hace que las cosas salgan bien en el aula sin que aparentemente se haga algo para que aparezcan. Tal vez nos hemos sorprendido más de una vez en nuestra práctica educativa cuando hemos sido testigos de la manera en que las variables se acomodan de tal modo que llegan a dejarnos con la sensación de haber hecho magia. Pero las cosas rara vez suceden sin hacer nada, la magia no ocurre si no hay provocaciones. Sin duda cualquier docente ha tenido alguna vez éxito en su clase y ha conseguido tener la propia impresión de haber dejado en el grupo la experiencia de algo bello, bueno y verdadero. Cada uno guarda en su memoria algún recuerdo grato de su desempeño docente, pero también de su aprendizaje como alumno. Algunos de nuestros maestros nos han dejado una huella profunda y plena de significados que como alumnos nunca olvidamos y que como maestros nos preguntamos lo que pasó como si fuera algo de lo que no tuvimos conciencia plena y que por eso mismo nos resulta tan distinto y contundente.

Nos referimos a los mecanismos que provocan que entre maestros y alumnos se realicen los más altos propósitos de la enseñanza y el aprendizaje. Cuando transitan las cosas como mandan los verdaderos cánones humanistas y naturales de la comunicación se establece la acción educativa con efectos sencillos, perdurables y trascendentes, esta idea surge de la necesidad de resaltar la trascendencia de lo que pasa en la relación humana entre personas que aparece al momento de poner en juego las actitudes de apertura, honestidad y claridad que contribuyen a crear esa magia que llamamos comunicación.

Lo que ocurre cuando la comunicación se impone en forma de acuerdo implícito entre quiénes participan involucrados en una relación paralela sin menoscabo de roles o funciones que limitan el actuar y la expresión humana, consiste en una forma de permisividad y tolerancia para aceptar las diferencias y establecer las igualdades desde la construcción de los actos y expresiones del otro, es decir el respeto. Podemos asegurar que la importancia de acompañar al otro sin menoscabo de su persona, sin anteponer roles jerárquicos que inhiban o adulteren la expresión y sin pretender formular juicios de valor hacia lo que dice o lo que es permite una aceptable comprensión de sus mensajes para estar en mejor condición de apoyar sus procesos de aprendizaje y asimismo ayudarle a superar sus obstáculos. En una relación así nadie enseña a nadie y tampoco se educa solo. El aprendizaje surge como consecuencia de fenómenos paralelos entre el adulto que no impone criterios y el joven adolescente que no necesita presentar oposición o rebeldía ante la autoridad. La compañía, comprensión y disposición del adulto favorece la expresión del alumno y le facilita la atención y la concentración sobre la propia relación donde se juegan los contenidos de la misma. En esta relación el maestro no pone entre él y el alumno una serie de contenidos que marginan el contacto humano de ambos sino que el contenido es aleatorio e informal para establecer confianza y aportar seguridad a la misma. El alumno no percibe que se pretende que él haga algo (aprender) sin su consentimiento pleno, la inseguridad de no estar a la altura de los aprendizajes es una muestra del síndrome del miedo a aprender. Todo mundo tiene también inscritas en su historia las heridas de los aprendizajes impuestos que han dejado una experiencia negativa y hasta dolorosa. Ante este crudo y real panorama educativo se propone la educación invisible como una alternativa que permite al maestro disfrutar de su trabajo al facilitarle las condiciones de apertura, creatividad y organización que consiguen que el alumno muestre confianza, seguridad y tolerancia hacia lo que se le presenta como proyecto educativo o simplemente como propuesta de aprendizaje.

La educación invisible es la forma natural de intercambio en la que no hay un obstáculo programado de antemano, que ocurre de forma espontánea donde no hay nada que ocultar ni defender, ocurre cada vez que el acto educativo sirve para construir una relación de confianza, que aporta seguridad a los implicados, que proyecta comprensión y aporta estructura, que acontece cuando la relación humana expresa el verdadero gesto que brota de la suma total del alumno y el maestro envueltos en el proceso de cambio y conocimiento, cuando el diálogo hace y permite que el educando se torne maestro y el adulto aprendiz del alumno.

La educación invisible consiste en una relación incluyente que dispara la empatía y la solidaridad, que aporta seguridad y confianza a la expresión, que favorece el encuentro y el diálogo, que supera las diferencias y establece las condiciones que permiten ser y dejar ser. En el clásico vínculo escolástico o tradicional el alumno rara vez tiene la razón ni la capacidad de discernimiento para discriminar lo falso de lo verdadero, lo bueno de lo malo, lo bello de lo feo y por lo mismo requiere de la dirección del adulto para saberlo, es la forma de inculcar las ideas a fuerza de repetir y memorizar las respuestas. Por lo mismo la educación invisible se establece como la verdadera forma de comunicación la cual es la finalidad de toda educación ya que de no existir ésta no puede haber impacto en la formación del alumno y eso lo debe reconocer el adulto que trata de hacer que los grupos hagan auténticamente suyas las propuestas que de buena voluntad les ofrece el maestro desprovisto de la compulsiva tendencia a reproducir el sistema de dominación de modo indiscriminado y totalitario. La educación invisible se contrapone al uso del currículo oculto ya que se formula como la forma que adquiere la claridad de las intenciones durante la relación pedagógica de tal modo que el maestro no tiene que ocultarse tras un autoritarismo vertical para conseguir la adhesión del alumno a su proyecto educativo. Es la forma natural de aprender sin coerción ni imposiciones externas a la propia voluntad sino más bien consiste en el cultivo de la misma a través del convencimiento y ejercitación de la conciencia libre para apegarse a los más nobles valores de lo humano, creativo y social. 


José Francisco Villatoro