Si me pierdo en la imaginación...
Si me pierdo en la imaginación, ¿estoy realmente perdido?
¿O estoy buscando algo?
¿Me estoy buscando?
Escucha música.
Inicia imaginando a los músicos. Sigue por la sala donde están tocando. Hay una salida. Continúa y abre la puerta. Sal.
¿Dónde estás?
¿Conoces este sitio?
Entra otra vez. Mira a los músicos. Siguen tocando. Mira sus manos y su rostro. No los conoces pero te resultan familiares.
Encuentra otra salida. Abre la puerta. Ahora es un lugar que te sorprende. Nunca habías estado ahí. Disfrútalo.
Regresa.
Si me pierdo en la imaginación...
Y si supiéramos exactamente, exactamente, cómo opera la imaginación, qué detona las imágenes en nuestra mente o por qué imaginamos, ¿no sería una vida más aburrida? Mas sencilla, claro, pero aburrida.
Sabemos en dónde se generan las imágenes y sabemos también que casi todos los recursos de la mente son culturales, aprendidos, dados. Entendemos que la imaginación se genera a partir de cosas que hemos visto, vivido, saboreado, leído, etc. Todo, entonces, parte de nuestra realidad.
Es entonces cuando la misteriosa imaginación de cada uno opera en diferentes direcciones, ya que vivimos realidades diferentes. Nadie se imagina una historia de la misma forma. Incluso con referentes culturales o históricos dados colectivamente, como un Don Quijote, las imágenes pueden transformarse a lo que nuestra mente quiere o puede imaginar.
Imaginar un personaje.
En el momento de conocer a un personaje lo imaginamos en nuestro territorio, con las limitaciones de nuestra propia realidad. No creo que esa imagen se parezca a lo que cualquier autor se haya imaginado nunca.
Entonces el acto de crear el personaje se debate entre la imaginación del autor, la del director, la del actor y la del público. Después todo debería ir encaminado hacia una misma dirección creativa. Debería.
Por tanto, se vuelve importantísimo tener mejores herramientas imaginativas, libertad imaginativa y con referentes más amplios, es decir, mejorar el acervo cultural. Esto incluye enfrentarse a las diferencias con responsabilidad y respeto.
¿Cómo entrenar la imaginación?
Una buena opción es el juego.
El juego predispone un estado imaginario, un "de pronto ya no soy yo", "de pronto ya no estoy aquí", "de pronto tengo un súper-poder".
Y jugamos e imaginamos.
Si me pierdo en la imaginación, ¿estoy realmente perdido?
Decía Facundo Cabral: "Bienavenurada la libertad de ver, sentir o imaginar lo que se me da la gana."
Así las cosas...